[Se acerca final de año. Toca hacer listas de los mejores. Aquí va una propuesta ininteligible de coronación. Lean cum grano salis.]
Quizá nunca llegue a estar entre los diez mejores del año según Pitchfork o FactMag. De hecho nada suyo aparece en la sección de reseñas. Esto tendría que tomarse como una falta de olfato, una pérdida de oído por parte de ambas revistas. ¿Dónde quedó la capacidad de descubrir figuras musicales con pocos dineros para anunciarse a los cuatro vientos? Los talonarios desplegados por FKA Twigs, la chica que empezó a fines del año pasado con un Tumbler y tres videos, ahora vendida como la nueva Grimes, parecen señalar en la dirección contraria: claro que siguen ahí los sabuesos, solo que ocupados excesivamente repescando en el novísimo caladero del Aerosoul, que viene siendo una mezcla entre R&B + Soul + eso-que-todos-llaman-dubstep. Mismo perro, distinto collar, vaya. ¿Acaso están demasiado entretenidos acuñando the new sound of the year, un efímero título nobiliario que ahora mismo podría detentar el house venido a menos —¿culpa del pop?— como para escuchar aquello que hasta ayer mismo fuera poco menos que su religión sonora?
Quizá nunca llegue a estar entre los diez mejores del año según Pitchfork o FactMag. De hecho nada suyo aparece en la sección de reseñas. Esto tendría que tomarse como una falta de olfato, una pérdida de oído por parte de ambas revistas. ¿Dónde quedó la capacidad de descubrir figuras musicales con pocos dineros para anunciarse a los cuatro vientos? Los talonarios desplegados por FKA Twigs, la chica que empezó a fines del año pasado con un Tumbler y tres videos, ahora vendida como la nueva Grimes, parecen señalar en la dirección contraria: claro que siguen ahí los sabuesos, solo que ocupados excesivamente repescando en el novísimo caladero del Aerosoul, que viene siendo una mezcla entre R&B + Soul + eso-que-todos-llaman-dubstep. Mismo perro, distinto collar, vaya. ¿Acaso están demasiado entretenidos acuñando the new sound of the year, un efímero título nobiliario que ahora mismo podría detentar el house venido a menos —¿culpa del pop?— como para escuchar aquello que hasta ayer mismo fuera poco menos que su religión sonora?
Hablamos de Zebra Katz. Y el credo
musical que debería proteger y ensalzar sus tracks viene a ser la fiebre por
las voces graves y el ritmo lento que tuvo lugar en el rap para blancos con la
aparición de A$ap Rocky y su Peso dos
años atrás. En cuanto a la pregunta (las
revistas musicales de cierto peso, ¿tienen tiempo para hacer otra cosa salvo
corear las canciones de guerra de los mayores —el caso de Drake— sin incurrir
en el folletín de variedades o el catálogo de nombres, atentados ambos contra
la división del trabajo y el buscador de Google?), la respuesta es un claro
Jain [sí pero no en alemán]. Sí que
dejan espacio para valorar el disco de A$ap Rocky, entendido como novamás del estilo grueso en lugar de la
silueta decadente que viene siendo este rapero de Harlem desde los comicios
yanquis de 2012 —rodar un videoclip haciéndose disfrazar de JFK en Dallas es a
todas luces un precedente cojonudo para grabar luego junto a Skrillex: tú ya
estás muerto, pero aún no lo sabes. Es la filosofía del disparo que está a
punto de atravesar el cráneo del presidente.
Y no: los caladeros de jóvenes (y
antiguos) raperos parecen agotados. El éxito de Yeezus entre los hipsters, un
bombazo para la competencia inmediata (véase Jay Z), responde más bien a una
bien gestionada inversión publicitaria que a un interés renovado por el género
entre los creadores y los gestores de la opinión pública (por mucho que Kanye
West sea muy bueno). Hay quien culpa de
todo a Miley Cirus. Bien está cargar así las tintas contra la loca del
pueblo, pero para qué vamos ahora a fingirnos los apocalípticos cuando la
fragmentación del público en Internet y el mundo comunal en las redes sociales
garantiza (i) la mínima incidencia de
las jeremiadas escritas para los followers
y los amigos del insti (en caso de alcanzar alguna visibilidad, sería para
peor: «Vuestra envidia crea mi fama», Rafa
Mora dixit); (ii) que si quieres mirar para otro lado, porque eres un chico de la calle 0% mainstream, dado
el caso, puedes hacerlo sin tantos aspavientos.
Así que oigan a Zebra Katz.
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