16 de noviembre de 2013

La simplicidad enmascarada

No suele haber mucha variedad estilística en los ensayos sobre fenómenos artísticos contemporáneos. Invariablemente tenemos que calzarnos o bien volúmenes de teoría en vena o bien catálogos de curiosidades periodísticas. Paradojas de la vida, los primeros suscitan en general un entusiasmo estudiantil por aquello que nunca llegaremos a entender; los segundos aburren más que una sesión plenaria del Consejo Europeo. Viene siendo algo propio de los libros sobre el presente inmediato el oscilar de continuo entre una descripción actualizada que nada tiene que aportar salvo listas de nombres y una teoría incrustada sub speciae aeternitatis sobre los mismos ejemplos de siempre. Parece que información novedosa y capacidad de teorización son monopolio exclusivo de las monografías sobre el pasado, ese país lejano donde las restricciones de información y los sesgos hacen que todo nombre en latín sea dicho como la primera vez. ¿Estamos condenados entonces a vagar sin rumbo entre El tiburón de 12 millones de dólares, la investigación hecha por John Thompson contra Sothebys, y Ojos abatidos, la lección de jerga y teoría francesa escrita por Martin Jay?

La reciente traducción de El complejo arte-arquitectura permite ver las limitaciones de semejante dicotomía en tanto que el libro de Hal Foster parece resumir los defectos habituales de ambos enfoques sin la suerte de heredar también sus virtudes. A primera vista cualquiera diría que estamos ante un sesudo ensayo teórico como parece indicar el modesto (a la par que selecto) volumen de nombres propios que maneja Foster, una docena entre arquitectos y artistas plásticos vinculados, según dice el propio, con aquello de levantar edificios. Conforme seguimos leyendo nuestro ejemplar hallamos que Foster reflexiona sobre cuestiones arquitectónicas mediante un conjunto de artículos desconectados entre sí cuyo contenido mantiene a veces una relación distante con el propósito inicial: seis de once capítulos se dedican a informan (sin profundizar demasiado) sobre la existencia de figuras individuales que cualquiera interesado debería conocer a esta altura; la mitad del libro versa sobre artistas sin conexión evidente con la arquitectura como son Flavin o McCall (tampoco contribuye mucho a la causa que Foster mencione el tamaño enorme que requieren sus proyecciones en la oscuridad para justificar la conexión de este último artista con la arquitectura en general); y para terminar en algún sitio, los apuntes mínimos de teoría andan dispersos entre paréntesis («Es un giro curioso que, en tanto que muchos artistas ya no recurren a la naturaleza inspirada del dibujo, muchos arquitectos insisten en hacerlo. Han aprovechado la vieja leyenda del artista como visionario creador de imágenes», señala el ensayista para hablar de la obsesión de Norman Foster hacia sus bocetos manuales.)



Es verdad que el término complex que aparece en el título sugiere una lectura política del estrellato arquitectónico contemporáneo que hace aparición unas cuantas veces en el texto, como cuando Foster denuncia la equivalencia que establecen los ideólogos de la obscenidad monumental entre la transparencia de los materiales de construcción, cristal sobre todo, y la transparencia de las instituciones alojadas dentro de tales edificios. Sobre las cúpulas de Norman Foster escribe en tono irónico: «una reunión política se convierte en una diversión para los espectadores; un distinguido museo en una maravillosa exposición de si mismo en el British Museum». Resulta curioso, no obstante, que Foster nunca vaya más allá de criticar esta suerte de retórica abultada, que apenas aparezcan en su discurso palabras como gentrificación que tal vez hubieran permitido explicar el boom de museos y rascacielos con cierta pretensión artística. Foster desempeña aquí el papel del crítico artístico que disciplina a los artistas en su excéntrica ignorancia sin llegar nunca a ofrecer el saber que podría explicar la situación. Supongo que también son gajes de descuidar los avances recientes en análisis urbanístico.

Publicado originalmente en A*Desk. 15 de Noviembre de 2013. 

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