[Estos son los tres poemas de mi primer y último poemario hasta la fecha Árbol de Navidad (inédito, 2007-2010) que leí en el primer encuentro español de los perros románticos el pasado viernes 27 de febrero de 2015 en el Café Moderno de Madrid, como el poeta jubilado que soy, alguno de los cuales ya se habían publicado previamente en la antología Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2011).]
Ser fiel es fingir que el tiempo no existe.
A través de las persianas
mirando los coches cuyos faros cruzan
la pared del dormitorio
me doy cuenta del tiempo que las uñas
de los dedos de las manos y los pies
y el pelo, en general, por todas partes
llevan creciendo, cada día más y más
sucios, sin mi consentimiento.
Axiomas.
Amar la distancia,
decir la verdad
y prenderse fuego.
Será como viajar a otro país
con cara de loco.
Encontrar una foto. Será
como ser fiel y solo fiel
a no ser reconocido.
Ya sabes: como un viejo remordimiento
o un vicio absurdo.
Las imágenes pasan
y pasan
sin pensárselo demasiado.
Árbol prohibido.
Prohibido tocar. Gracias.
Los hombres elevan la espiga y la espada
allí donde alzaron venganzas.
Donde está la geometría ebanista.
Limando esquinas de la escena.
El andamiaje inyectando por su piel
el rito. Regalando el ojo extraño al fuego.
Tejidos a los altos de sus torres.
Los hombres. Sacrificad el miedo.
Son cristal o diente. Ausencia de coma.
Son casi nada o casi todo. Son
el signo que marca su objeto. Son
el fruto a la necesidad de ser pensado.
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