Quisiera aprovechar la
oportunidad que me brinda el lanzamiento de unos remixes sobre un tema suyo (el
Hivern Disc de John Talabot tiene la culpa) para hablaros de uno de los duetos más interesantes y peor conocidos —descontando la minoría de bienaventurados que permanecen en secreto— de la escena industrial española (hablamos de música, ojo: empresarios del mundo,
no sigan leyendo). En Twitter se definen como «Baile ruidista extremo, ritmos repetitivos y envolventes, esqueletos de
melodías rotas por repentinas descargas de gritos salvajes». Como lo
definido es deuda, y aún más en Interné, los hashtags mentales de
#ThrobbingGristle, #EsplendorGeométrico o #Suicide saltan a la mente nada más
escuchar como suena esta gente. Me refiero, cómo no, a Fasenuova. Compuesto en
2006 por Ernesto Avelino y Roberto Lobo, asturianos universales del municipio
de Mieres, esa zona del mundo donde los mineros todavía hacen huelgas
indefinidas y luchan por sus derechos con bazukas improvisados, para mayor
azoro de marxistas académicos buenrolleros, el grupo Fasenuova constituye —como
decimos— un referente indiscutible en cuanto a generar atmósfera de expectación
y luego sacudir conciencias con el sonido se refiere. Lobo y Avelino se dieron
a conocer entre los profanos del género gracias a su feliz y bien avenido
maridaje con el sello asturiano independiente Discos Humeantes. Con ellos
sacaron a la luz digital el LP A la
quinta hoguera (2011), todo un éxito de crítica, y más recientemente,
"Disimulando" (2013), un aperitivo de su próximo disco. Anunciada para septiembre bajo el rótulo de bailar
sucio (con minúscula), la próxima grabación de larga duración de los
Fasenuova se promete un tanto más bailable, pero también más introspectiva y
ácida (ya-tú-sabes) que de costumbre; tendremos que esperar unos meses estivales todavía para
comprobar si se impone el estilo oscuridad de "Besos Técnicos", la
cara B del single, o si las sombras terminan armonizadas con la pista de baile;
sea como fuere, estamos ante una inflexión en la trayectoria del dueto, que parece que estamos ante una inflexión en la
trayectoria del dueto. ¿Tendrán que cambiar su perfil tuitero?
Pese a su reconocimiento tardío
en España (aquí vamos con retraso para todo) Lobo y Avelino llevan ya tiempo
paseando de la mano. Distinto perro, diferente collar, siempre: primero como
Hegemonia y luego como Goodbye, los asturianos han estado cambiando de nombre
durante los últimos veinte años, tanto en conjunto como en solitario, primero
en el entorno de Ética Makinal (ya hablaremos en otra ocasión de su
imprescindible Mieres 1934: sintetizadores con conciencia
histórica de clase por un tubo, beibi)
y luego al alimón con los yanquis Angel Dust. A su paso por Hegemonía, Avelino
participa en la grabación del disco vandálico-ruidista Arabian Nights, donde
podemos encontrar pepinos free-noise en idiomas ignotos ("You Don't Have
to Say Please" o "Trompetas y Tambores"), acompañados por ritmos
trepidantes primero y puntos muertos después ("Che-Eurasia",
"Bloody Moon" o "Sherehzade"), seguidos por mantras
chamánicos del parte metereológico ("Llega el hielo") y rematados por
esa llamada de atención de una madre preocupada a su escuálida progenie: «Estás muy delgado, Yony», se escucha de
fondo. Ya juntos los dos, producen Ejeexcéntrico del ritmo español o el nacimiento de la música Sincro (en
siglas: EEDREOENDLMS) en calidad y con la firma de Goodbye. El disco sale a la luz cuando yo tenía 10 años; solo puedo
decir que, con el tiempo, la escucha mejora. Aviso para navegantes:
EEDREOENDLMS arranca con un "Rock'n'roll" plagado de sonidos
inaudibles para los auriculares del iPhone; sigue con unos plácidos berridos
directos a la oreja, toda una delicia para quienes gusten de llamar a las
ex-novias borrachos a las tantas de la noche tras la derrota del Sporting de
Gijón ("Sincro", "Porque tengo estrella"); y se estabiliza
sobre una meseta de ruidos de fuera de cobertura y soplidos de viento con
ración de Canal + codificado ("Marea Sincro", "El abrigo
elástico").
En cuanto a A la quinta hoguera, ¿qué decir que no se haya dicho ya? Sorprende
la ausencia de lecturas políticas del disco. Dada la ambigüedad constitutiva de
las letras de los Fasenuova, si te pones a escarbar en las canciones, y sufres
los males de la interpretosis como yo, resonancias y reflexiones sobre la
coyuntura histórica, haberlas, haylas. Disculpen las molestias, pero los
críticos culturales enfermos de personalismo y de historicismo no podemos
evitar el amartillar nuestras pistolas exegéticas cuando escuchamos "A la quinta hoguera/ En las minas de hielo"
o ; nuestra obsesión (mi obsesión) consiste en vincular las referencias
implícitas de un documento artístico a su contexto histórico inmediato. Por
esta razón no podemos (no puedo) sino secundar las palabras de Iván Conte, el
reseñista de Playground que arrancó su reflexión sobre el disco con este
brillante cruzamiento de cables, otorgando una puntuación 8’3 sobre 10 a los
asturianos, mientras puntualizaba:
La portada y el título de este esperado álbum de Fasenuova me recuerdan a “El Regreso Del Nativo”, novela de Thomas Hardy en cuyas primeras páginas se describe cómo los habitantes de una zona rural inglesa encienden hogueras en los montes con motivo de la celebración de la noche de Guy Fawkes. La intención de Hardy es la de dar a la novela el adecuado tono lúgubre y fantasmagórico al subrayar el origen pre-cristiano de este rito.
No pretendo impugnar esta lectura
neofolk de Fasenuova, ni mucho menos, pero cabe recordar que a los
pre-cristianos no se les ha perdido nada en la figura de Guy Fawkes, un
caballero que tenía pensado hacer volar el Parlamento británico. Seguramente
tengan razón, no obstante, quienes encuentran una Asturias celtíbera en
"Vamos a bailar a la noche" o en "Amar es bailar"; una
realidad global pangéica el estribillo de "Yo te imito" («Ya-cana-say/ ya-cana-say/ ya-canasera»,
berrean); un mundo de pegamoides sin pensión en las atribuciones
incomprensibles que atraviesan "Cachito Turulo". No obstante, a mi
que no me molesten, que yo me quedo con mi lectura de "Cuando venga el
halcón", mi canción preferida del LP, que quizá no pretenda hacer mención
a la metáfora política de los halcones y las palomas, que representa de manera
muy plástica la diferencia entre el antagonismo y el consenso a la hora de
lidiar con la resolución de los conflictos de intereses colectivos. Lo dicho,
no paro de pensar en los bazukas improvisados de los compañeros asturianos.
Perdonen mi sectarismo populista; mis gafas de crítico musical sin graduación.
Pero las letras también ofrecen pábulo a mi delirio.
Cobalto loco
Mercurio hirviendo
Montes negros devoran el cielo
Masas oscuras hacen de bosques
Cuando venga el halcón