17 de junio de 2013

Los Bazukas Improvisados de Fasenuova


Quisiera aprovechar la oportunidad que me brinda el lanzamiento de unos remixes sobre un tema suyo (el Hivern Disc de John Talabot tiene la culpa) para hablaros de uno de los duetos más interesantes y peor conocidos —descontando la minoría de bienaventurados que permanecen en secreto— de la escena industrial española (hablamos de música, ojo: empresarios del mundo, no sigan leyendo). En Twitter se definen como «Baile ruidista extremo, ritmos repetitivos y envolventes, esqueletos de melodías rotas por repentinas descargas de gritos salvajes». Como lo definido es deuda, y aún más en Interné, los hashtags mentales de #ThrobbingGristle, #EsplendorGeométrico o #Suicide saltan a la mente nada más escuchar como suena esta gente. Me refiero, cómo no, a Fasenuova. Compuesto en 2006 por Ernesto Avelino y Roberto Lobo, asturianos universales del municipio de Mieres, esa zona del mundo donde los mineros todavía hacen huelgas indefinidas y luchan por sus derechos con bazukas improvisados, para mayor azoro de marxistas académicos buenrolleros, el grupo Fasenuova constituye —como decimos— un referente indiscutible en cuanto a generar atmósfera de expectación y luego sacudir conciencias con el sonido se refiere. Lobo y Avelino se dieron a conocer entre los profanos del género gracias a su feliz y bien avenido maridaje con el sello asturiano independiente Discos Humeantes. Con ellos sacaron a la luz digital el LP A la quinta hoguera (2011), todo un éxito de crítica, y más recientemente, "Disimulando" (2013), un aperitivo de su próximo disco. Anunciada para septiembre bajo el rótulo de bailar sucio (con minúscula), la próxima grabación de larga duración de los Fasenuova se promete un tanto más bailable, pero también más introspectiva y ácida (ya-tú-sabes) que de costumbre; tendremos que esperar unos meses estivales todavía para comprobar si se impone el estilo oscuridad de "Besos Técnicos", la cara B del single, o si las sombras terminan armonizadas con la pista de baile; sea como fuere, estamos ante una inflexión en la trayectoria del dueto, que  parece que estamos ante una inflexión en la trayectoria del dueto. ¿Tendrán que cambiar su perfil tuitero?

Pese a su reconocimiento tardío en España (aquí vamos con retraso para todo) Lobo y Avelino llevan ya tiempo paseando de la mano. Distinto perro, diferente collar, siempre: primero como Hegemonia y luego como Goodbye, los asturianos han estado cambiando de nombre durante los últimos veinte años, tanto en conjunto como en solitario, primero en el entorno de Ética Makinal (ya hablaremos en otra ocasión de su imprescindible Mieres 1934: sintetizadores con conciencia histórica de clase por un tubo, beibi) y luego al alimón con los yanquis Angel Dust. A su paso por Hegemonía, Avelino participa en la grabación del disco vandálico-ruidista Arabian Nights, donde podemos encontrar pepinos free-noise en idiomas ignotos ("You Don't Have to Say Please" o "Trompetas y Tambores"), acompañados por ritmos trepidantes primero y puntos muertos después ("Che-Eurasia", "Bloody Moon" o "Sherehzade"), seguidos por mantras chamánicos del parte metereológico ("Llega el hielo") y rematados por esa llamada de atención de una madre preocupada a su escuálida progenie: «Estás muy delgado, Yony», se escucha de fondo. Ya juntos los dos, producen Ejeexcéntrico del ritmo español o el nacimiento de la música Sincro (en siglas: EEDREOENDLMS) en calidad y con la firma de Goodbye. El disco sale a la luz cuando yo tenía 10 años; solo puedo decir que, con el tiempo, la escucha mejora. Aviso para navegantes: EEDREOENDLMS arranca con un "Rock'n'roll" plagado de sonidos inaudibles para los auriculares del iPhone; sigue con unos plácidos berridos directos a la oreja, toda una delicia para quienes gusten de llamar a las ex-novias borrachos a las tantas de la noche tras la derrota del Sporting de Gijón ("Sincro", "Porque tengo estrella"); y se estabiliza sobre una meseta de ruidos de fuera de cobertura y soplidos de viento con ración de Canal + codificado ("Marea Sincro", "El abrigo elástico").

 

En cuanto a A la quinta hoguera, ¿qué decir que no se haya dicho ya? Sorprende la ausencia de lecturas políticas del disco. Dada la ambigüedad constitutiva de las letras de los Fasenuova, si te pones a escarbar en las canciones, y sufres los males de la interpretosis como yo, resonancias y reflexiones sobre la coyuntura histórica, haberlas, haylas. Disculpen las molestias, pero los críticos culturales enfermos de personalismo y de historicismo no podemos evitar el amartillar nuestras pistolas exegéticas cuando escuchamos "A la quinta hoguera/ En las minas de hielo" o ; nuestra obsesión (mi obsesión) consiste en vincular las referencias implícitas de un documento artístico a su contexto histórico inmediato. Por esta razón no podemos (no puedo) sino secundar las palabras de Iván Conte, el reseñista de Playground que arrancó su reflexión sobre el disco con este brillante cruzamiento de cables, otorgando una puntuación 8’3 sobre 10 a los asturianos, mientras puntualizaba:
La portada y el título de este esperado álbum de Fasenuova me recuerdan a “El Regreso Del Nativo”, novela de Thomas Hardy en cuyas primeras páginas se describe cómo los habitantes de una zona rural inglesa encienden hogueras en los montes con motivo de la celebración de la noche de Guy Fawkes. La intención de Hardy es la de dar a la novela el adecuado tono lúgubre y fantasmagórico al subrayar el origen pre-cristiano de este rito.
No pretendo impugnar esta lectura neofolk de Fasenuova, ni mucho menos, pero cabe recordar que a los pre-cristianos no se les ha perdido nada en la figura de Guy Fawkes, un caballero que tenía pensado hacer volar el Parlamento británico. Seguramente tengan razón, no obstante, quienes encuentran una Asturias celtíbera en "Vamos a bailar a la noche" o en "Amar es bailar"; una realidad global pangéica el estribillo de "Yo te imito" («Ya-cana-say/ ya-cana-say/ ya-canasera», berrean); un mundo de pegamoides sin pensión en las atribuciones incomprensibles que atraviesan "Cachito Turulo". No obstante, a mi que no me molesten, que yo me quedo con mi lectura de "Cuando venga el halcón", mi canción preferida del LP, que quizá no pretenda hacer mención a la metáfora política de los halcones y las palomas, que representa de manera muy plástica la diferencia entre el antagonismo y el consenso a la hora de lidiar con la resolución de los conflictos de intereses colectivos. Lo dicho, no paro de pensar en los bazukas improvisados de los compañeros asturianos. Perdonen mi sectarismo populista; mis gafas de crítico musical sin graduación. Pero las letras también ofrecen pábulo a mi delirio.

Cobalto loco
Mercurio hirviendo
Montes negros devoran el cielo
Masas oscuras hacen de bosques

Cuando venga el halcón