Hablamos
con Kiko Llaneras, Jorge San Miguel y Pablo Simón de Politikon, el blog colectivo de análisis y
debate político basado en la evidencia que acaba de publicar La urna rota (Debate, 2014). Un
libro que analiza los problemas del modelo español desde un enfoque
institucional y comparatista poco visto en los medios de comunicación y
propaganda. Según Politikon, por ejemplo, el principal problema de la clase
política en España no sería la famosa puerta giratoria entre el sector público
y el privado. Una puerta que en realidad no
gira tanto como parece, igual que la percepción de la corrupción como
nimiedad o problema / traición o bagatela obedece a retornos
cíclicos de la opinión pública a determinados arquetipos escatológicos sin
demasiada correlación con la realidad efectiva y presente del chanchulleo.
No:
según Politikon el principal problema sistémico
sería la
falta de separación entre carrera política y administrativa, el hecho de
que la mayoría de nuestros políticos tengan asegurado un puesto calentito en la
administración por si acaso pierden las elecciones, lo que sumado al fenómeno
de las camarillas de coleguitas, lobos bajo piel de cordero, termina reforzando
conductas impostadamente mediocres, aunque algunos apenas sientan la obligación
de fingir estupidez y fidelidad ante sus superiores, porque seguramente sean
tontos y leales de suyo, como demuestra la literatura universal desde Yo, Claudio hasta el frenillo de Mariano
Rajoy.
La urna rota dixit: «una
práctica habitual entre criminales y catedráticos de universidad para
transmitir la idea de que uno es inofensivo y leal al jefe es la de fingir
incompetencia o estupidez. No es una idea carente de ejemplos históricos. Del
emperador Claudio (que accedió al trono con casi cincuenta añis tras ser
asesinado Calígula por su guardia pretoriana) se decía que sobrevivió a la alta
tasa de mortalidad de su familia gracias a su tartamudez y otros impedimentos.
Suetonio cuenta que el propio emperador así lo reconocía.»
Más
temas: Pablo Simón cuenta el cuento de la ley D’Hont. Una ley incomprendida. Sabed, niños: la ley D’Hont no
tiene la culpa de todo; ni siquiera —palabrita del niño Jesús— de que Maléfica perdiera sus alas; tampoco se esconde bajo la cama o en el armario; la ley D’Hont son, en realidad, los padres. Mejor dicho: las
circunscripciones con menos de diez escaños donde salen excesivamente representados los partidos mayoritarios. Hay alternativas, por
supuesto.
Aún
más temas: Jorge San Miguel matiza sus declaraciones sobre Podemos, cuyas
primarias calificaba de «pantomima» y
cuya organización, según decía justo después de las elecciones
en un
artículo para Jot Down, «responde a
una operación clásica de asalto por parte de una camarilla» que «puede recoger
los frutos del maximalismo sin pagar las consecuencias de ser fieles a sus
principios o bien tener que renunciar a ellos».
Y
aún más: Kiko Llaneras y Jorge San Miguel comentan su posición en la
interesante polémica intelectual que mantiene Politikon por entregas (una, dos,
tres,
cuatro)
con las personas que suscriben el manifiesto ecologista Última llamada, cuyo interés por el medio ambiente
sí parecen compartir Kilo Llaneras y Jorge San Miguel, igualmente preocupados
por la sostenibilidad de nuestro modelo productivo aunque no suscriban la retórica
general del manifiesto, una jeremiada negacionista de los avances objetivos del
sistema capitalista durante los últimos 250 años. Que haberlos haylos.
La urna rota dixit: «¿Tienen
derecho los ciudadanos a exigir políticas que van en contra de sus intereses
objetivos pero les gratifican ideológicamente? ¿No son siempre preferibles las
políticas menos costosas, en tanto que permiten que los ciudadanos dispongan de
un porcentaje mayor de renta para perseguir sus propios fines individuales? ¿Qué
grado de oposición ciudadana a una política técnicamente sólida pero impopular
se precisa para desestimarla? Al margen de la opinión de cada uno, ninguna de estas preguntas tiene una respuesta obvia, y
eso es lo que hace del análisis de políticas públicas un campo polémico y
apasionante.»
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abierto hasta el 18 de agosto.